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Lo confieso: he pecado robando vidas a una muerte que nunca terminó de creer que tan poca cosa como yo valía algo... El resto es historia antigua: nunca actuar como si supiera lo que es matar a alguien, o simular no saber simular... (Sí, como Beckett, con estilo solitario)
Lo reconozco, he fracasado donde miles han triunfado... y triunfé cuando no dudé en quedarme solo, sin nadie que se interesara por mí... Y mientras tanto, ahora, que lavo mis penas tan a mano como mis calzoncillos, sólo encuentro polvo en mi cama, y vacío, y dolor, y angustia... Depresión y frío... pesadillas de estar en coma, mientras sigo oyendo los gemidos de una vida que no debía vivir...
Despierto malhumorado, tosiendo de forma tísica, sediento y envuelto un esa locura asesina que hace de mí una leyenda de nadie y de todos... Y te veo, derramada y tan solitaria como yo... Envuelta en mi camiseta de Spiderman, durmiendo profunda y solapadamente, luego de haberme hecho ser único y ser alguien por fin... Y te miro, y te maldigo por acorralarme contra el borde de la cama... Y sonrío sin gestos... y vuelvo a pegarme a vos, a tu respiración... a tu cadera perfecta y absoluta y mía... Y sonrío... Sé que mañana te compraré flores cuando te descuidés... Y sé que nada más va a importarte... más que esperar a esa noche, o madrugada, o mañana, que te encuentre descalza, caminando en mi infierno... que nada es sin tus demonios...