Samuel Bukowski conduce un Torino del 72

Vuelvo a despertarme antes que mi espíritu salvaje, vuelvo a escuchar las mismas canciones que me traen tu halo hasta mis dedos.
Entonce salgo a buscar cosas que te hagan sonreir quedamente, con esa silenciosa expresión de felicidad que tan delicada y única te hace...
Salgo a buscarme, en verdad, porque sé que si te tengo a mi lado, en este lado, ya no temo tanto a esos fantasmas que se me aproximan en sueños a avisarme que han muerto los míos, que hacen que me retuerza y busque, entre las sombras de la madrugada, tu espalda para abrazar; y si te pido que no me sueltes es porque sin vos me siento perdido. Es porque sé que nos pertenecemos: pero saber las cosas no me hace más sabio, ni menos susceptible a las tragedias...
Pero, dije antes, que regreso a escuchar las mismas canciones que me llenan de vos, de nosotros, de Klimt, Pearl Jam y qué te importa que te ame... Y me leo ahora, con mi espíritu salvaje dicéndome que mejor solo... despierto, dije, sintiéndome con ganas de Beckett, Eastwood y Bukowski, sólamente, apenas, y con todo lo que eso significa, para que te encuentres en estas líneas y a la distancia, que nos mantiene juntos, sonrías y pienses en mí...
Lo sé, ambos lo presentimos, si Clint Eastwood llora todos podemos sentirnos más humanos y beber vino hasta la madrugada, brindando con nuestros espíritus conduciendo un Torino...

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