No pasa nada...

Voy caminando a través de un puente, sé que voy rumbo a mi casa porque acaban de echarme de otro bar...
miro a mi alrededor y veo que no entiendo nada, entonces me digo: "Sí, estoy borracho de nuevo, por consiguiente voy lúcido y puedo pensar"
Entonces pienso que quiero odiarte pero para eso necesito verte... Pienso que necesito quererte, pero para eso tengo que no verte.

Entonces me habla mi cerebro, con una canción estúpida, y pongo una rodilla en el suelo, mientras la otra se convierte en el apoyo de mi brazo, suelto una lágrima y callo un gemido.
Muerdo mi labio superior y entiendo que odio tener que volver a mi cuarto, plagado, todavía, de pelos de gato, de ropa mal planchada... de manchas de sangre, de alguna hierba satánica. Y me pregunto dónde estarás volviendo vos... si a buscarme, si a intentar despegarte por centécima vez de mis palabras oscuras...

No pasa nada... las lágrimas reprimidas me dejan saber que soy el reflejo de un pésimo poeta, que pierdo todo lo bueno que tengo nada más por intentar que nadie se acerque a mi oscuridad, a mis blues mal entonados... No pasa nada, es cierto... sigo volviendo a separarme, por enésima vez, de nosotros, de nuestro relato corto mal entendido por todos, de nuestra sabiduría estúpida, que nos sirve para tenernos en cuenta en testamentos y muertes prontas...

Sigo borracho, aunque vomite tras una bonita Ferrari, lo cual me da cierto nivel de ebrio caratulado como bebedor de los buenos.
Sigo borracho, y sólo valgo para herir a todos, a los que me piden que haga algo de mi vida, aunque no ven que lo estoy haciendo... A los que se me mueren a miles de kilómetros, a los que crecen sin mí, a las que quieren entender cómo es que nada cambia mientras no me permito ser monótono...

No pasa nada... tengo los puños en alto, para evitar lastimarme, para estar a flote, para poder rescatarte... Y para limpiar esos putos pelos de gato que tengo pegados en mi valija siempre a medio hacer