Matar a los demonios...


(Leo los labios de las caras que me hablan... y encuentro vacío. En sueños, los pocos sueños que concibo cuando puedo dormir, aparecen caras, dije, que me hablan con silencios, acerca de las muerte que he visto llegar hasta mi cuerpo... y he evitado.)



Me despierto con dolor en las piernas, tal vez por los pasos que no he dado hasta el perdón; un perdón que no va a redimir mis pecados más tontos.

Me despierto deseando beber y beber, deseando, de nuevo, tener las pastillas azules que me hacían dormir sin soñar, que me hacían sentir que, mientras estaba despierto, no era otra cosa que el sueño perdido de otro hombre.

Me despierto, una y otra vez, y me despierto tanto, y tantas veces, que ya no duermo... Y vuelvo a tener miedo de no fracasar a la hora de matar a las voces de los demonios, que quieren no decir.

Me despierto con calambres en los dedos, tal vez por haber imaginado que llegaban a los rostros de los que me han abandonado, y rozaba sus labios...
Me despierto estando solo, abandonado por todo deseo de paciencia...
Me despierto, matando demonios, bebiendo, de nuevo, de las copas vacías que cortaron mis labios, por tantas promesas que no fui capaz de cumplir...

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