Esas flores, cortadas de los bosques azules del cementerio perdido, son, en mi cuerpo, la razón misma de ya no ser ni siquiera, una perfecta demostración de magia antigua. Artes oscuras, son, esas flores cortadas, como los ojos mismos, cegados por tanta oscuridad, que vienen hasta mis rodillas, resignan la lengua y hablan de misterios que nadie más entiende, ni percibe.
Son círculos, pequeños cuerpos de aves muertas, los que cada mañana me dejan impávido ante la tragedia constante que significa vivir...
Esas líneas de poesía que no dejan de caer de mis manos frías, conocen, cada noche, cada tarde, cada día, que la vida es, apenas, una cuestión de honor, entre lo que muere a nuestro alrededor siempre, cotidianamente, y la estúpida tozudez de querer creer que se vive por designio divino, por regalo de un ser magnánimo... Cuando no somos otra cosa que un mero error de cálculo entre hienas, materia muerta y buenas intenciones de un ser aburrido...
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